La degradación de la naturaleza está socavando la seguridad y la paz de miles de millones de personas en todo el mundo –no obstante, es poco lo que sabemos acerca de cómo el uso sostenible y justo de los recursos naturales puede ayudar a prevenir conflictos en el Oriente Medio y en todo el mundo. La comunidad conservacionista debe explorar con urgencia esta oportunidad –señala Su Majestad la Reina Noor Al Hussein de Jordania en vísperas del 70.o aniversario de la UICN.
Cada vez que viajo a Petra o a las regiones desérticas orientales de mi país, me maravillo de las lecciones que podemos aprender de la historia de esas regiones y sus habitantes. Estas lecciones se reflejan en la belleza de las antigüedades, que nos enseñan sobre viejas innovaciones técnicas en la recolección, canalización y almacenamiento del agua, sobre los beneficios de administrar cuidadosamente los delicados recursos naturales en una región semiárida y también sobre el ejercicio del poder y la promoción de la paz.
Nuestro bienestar y nuestro entorno natural están profundamente entrelazados en una danza de la vida que es tan vulnerable como gloriosa
Necesitamos comprender los vínculos entre las cuestiones prioritarias que constituyen un desafío en gran parte del Medio Oriente y otras partes del mundo: nuestros recursos naturales, nuestros sistemas de gobernanza y los conflictos políticos. Estamos aprendiendo esto en formas dramáticas y a menudo dolorosas –las guerras, las sequías, los deslizamientos de tierra, los huracanes y las heladas árticas prolongadas de los últimos años son la forma en que la Tierra nos está diciendo algo importante: que nuestro bienestar y nuestro entorno natural están profundamente entrelazados en una danza de la vida que es tan vulnerable como gloriosa. Y cuando la naturaleza sufre la carga humana de la mala gobernanza, las tensas relaciones políticas entre vecinos y la guerra, se convierte en parte de la ecuación que determina la seguridad o inseguridad de miles de millones de personas en todo el mundo.
Y, sin embargo, seguimos sin saber cómo gestionar colectivamente recursos como el agua, la tierra y el aire limpio para ayudar a prevenir conflictos. La comunidad de la conservación debe actuar con urgencia para subsanar esta deficiencia respondiendo varias preguntas clave. ¿Hemos determinado si nuestra tasa actual de explotación de los recursos naturales es sostenible? ¿Hemos calculado las deficiencias en los recursos esenciales frente al crecimiento esperado de la población? ¿Conocemos o admitimos el papel de la gobernanza inadecuada en la creación de tensiones sobre los recursos naturales? Y, ¿nos hemos apoyado lo suficiente en la sabiduría y experiencia práctica de nuestras propias poblaciones, acumulada a lo largo de milenios, para identificar las amenazas, las prioridades para la acción y las opciones de política disponibles?
En el Oriente Medio, los estrechos vínculos entre el medio ambiente y la seguridad son muy evidentes. En las décadas anteriores, con frecuencia escuchábamos acerca de las amenazas de conflictos sobre las fuentes de agua y los depósitos minerales de la región. Pero los peligros son mucho mayores hoy en día, y sus raíces muy diferentes. No hemos de temer a las guerras como nuestra principal amenaza; hemos de temer la venganza de un entorno natural que hemos devastado, descuidado y sobreexplotado con tanta severidad que nuestras acciones darán pie a paisajes desolados, poblaciones cada vez más desesperadas y flujos masivos de refugiados.
La dramática expansión, reciente, de los conflictos en Oriente Medio –y las intervenciones militares directas y sostenidas de las potencias extranjeras– son el resultado de esta tendencia. Los crecientes conflictos conducen a su vez a estados más pobres, gobiernos más débiles, más terrorismo y violencia política, mayores flujos de refugiados y personas desplazadas internamente, ciudades destrozadas y decenas de millones de personas vagando sin rumbo y precariamente a la deriva entre sus tierras devastadas y su estado fracturado.
Es preciso identificar las causas de estas tendencias preocupantes que causan miseria y desesperanza a tanta gente. Para ello debemos entender el papel del uso sostenible y equitativo de los recursos como base para el bienestar nacional y la estabilidad regional, y no como un lujo que debe atenderse una vez que se ha logrado la paz.
El nexo agua-alimentos-energía es un buen ejemplo de cómo el medio ambiente está íntimamente conectado con el bienestar humano, el desarrollo, la seguridad y la coexistencia pacífica. Si el agua y los recursos de la tierra se degradan más allá del uso, o sufren sequías inusualmente prolongadas, colapsa toda la cadena necesaria para sostener la vida urbana y rural.
El cambio climático traerá consigo una mayor variabilidad en los cursos de agua y más sequías e inundaciones, lo que en última instancia se traducirá en incluso menos precipitaciones para el Medio Oriente de las que recibe hoy en día. Esto ocurrirá en una región cuyos recursos hídricos ya están siendo fuertemente explotados o sobreexplotados, y ciertamente no compartidos equitativamente a nivel regional ni entre países. Si no se modifican las políticas actuales, Oriente Medio experimentará el agotamiento de las capas freáticas, la disminución de los caudales de los ríos y la consiguiente salinización de las fuentes de agua dulce y el aumento de los problemas de contaminación.
Las consecuencias para la gente de Medio Oriente serían catastróficas. Sabemos muy bien cómo los recursos hídricos escasos, contaminados y mal distribuidos pueden socavar el desarrollo nacional y la estabilidad política diezmando las comunidades agrícolas rurales, promoviendo una migración más rápida del campo a la ciudad, aumentando la pobreza, el desempleo y la desesperanza, así como las desigualdades que a su vez aumentan el resentimiento político y los conflictos.
La guerra civil en Siria, el conflicto de Darfur en Sudán y las condiciones en Yemen se encuentran entre los ejemplos más elocuentes de mala gestión gubernamental de los recursos naturales que conducen a la inseguridad alimentaria, migraciones internas y conflictos militares –los cuales se han visto cruelmente exacerbados por las sequías. En 2009, varios cientos de miles de sirios abandonaron sus hogares, granjas y pastizales en el noreste de Siria debido a la sequía, porque ya no podían ganarse la vida allí.
Cuando se trata de seguridad alimentaria, Oriente Medio parte desde una situación muy desfavorable. Según el informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura The State of Food Insecurity in the World 2014, la región árabe invierte la tendencia mundial de disminuir el hambre. Es probable que en las próximas décadas el elevado crecimiento de la población y el cambio climático socaven aún más la seguridad alimentaria e hídrica en el Medio Oriente.
Si bien la degradación de la naturaleza contribuye claramente al conflicto, no debemos olvidar que la naturaleza también puede ser un aliado clave en el camino hacia la paz. El uso de los recursos naturales de manera sostenible y equitativa puede ser una herramienta poderosa que puede ofrecer beneficios a gran escala, si está bien planificada, coordinada y fundamentada en criterios y análisis científicos sólidos.
Esta es la razón por la que para abordar la amenaza de los conflictos relacionados con los recursos es urgente que nos movamos en tres frentes: colaboraciones internacionales legítimas, negociadas y sustanciales; la formulación de respuestas políticas integradas; y la promoción de sistemas de gobernanza eficaces, participativos y responsables en todo el Medio Oriente.
En el Medio Oriente, la gestión sostenible de los recursos naturales como base para la seguridad del agua y los alimentos está lejos de ser una idea novedosa. Durante miles de años, los nómadas y aldeanos de la región han racionado sus aguas, pastizales y tierras cultivables para preservar la productividad de un medio ambiente frágil y semiárido. Uno de los primeros sistemas de protección ambiental del mundo –la gestión de pastizales, que mantuvo un equilibrio entre las personas, los rebaños de animales y la vegetación natural– se desarrolló en Jordania desde el siglo VII AD.
En nuestra región, me maravillo de los antiguos sistemas de canalización y almacenamiento de agua que permitieron que las grandes ciudades prosperaran en regiones que en muchos casos están hoy desiertas. Algunas de estas zonas surgieron gracias a destrezas técnicas y a una gran dosis de determinación. Para otras –como los reinos nabateos en lo que es hoy el sur de Jordania– la clave del éxito radica en su liderazgo político eficaz, su gobernanza equitativa interna y relaciones comerciales y políticas pacíficas y mutuamente beneficiosas con vecinos más poderosos.
Debemos mejorar con urgencia nuestro conocimiento acerca de cómo puede ayudar el uso sostenible y justo de los recursos naturales a mitigar los conflictos
La comunidad de la conservación y otros deben aprovechar las muchas lecciones y sabiduría que se conservan en nuestros paisajes y en la historia y los conocimientos de nuestros pueblos, que conocen mejor que nadie las amenazas que enfrentan y los antídotos más eficaces contra esas amenazas. Para proteger la naturaleza y explotar de manera responsable todo su potencial, debemos mejorar con urgencia nuestro conocimiento acerca de cómo puede ayudar el uso sostenible y justo de los recursos naturales a mitigar los conflictos en el Oriente Medio y en todo el mundo.
La comunidad conservacionista representada por la UICN y su amplia base de Miembros puede desempeñar un papel clave para colmar la brecha que existe en materia de conocimiento. La naturaleza no es solo nuestro hogar y nuestro amigo, también es el arma no tan secreta que debemos utilizar para resaltar los vínculos entre el suelo, el mar, el aire y nuestro propio derecho universal a una buena gobernanza y a una vida digna.